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Otros
Autor/a: Arnaldo Calveyra
Editorial: Adriana Hidalgo
Edición: 2014
Encuadrenación: rústica
Páginas: 160
Idioma: español
ISBN: 9789871923731
Arnaldo Calveyra es fundamentalmente un poeta, pero como explicó en una entrevista, no hay límites para la creación “cuando lo que uno de veras busca es una suerte de incandescencia de la palabra que se vuelve palabra poética, palabra en un poema. Yo siempre digo en broma que llegué tarde al reparto de géneros”. He aquí una nueva, luminosa entrega del arte sin géneros de Calveyra, que lleva el nombre de Novela y uno de cuyos “capítulos” comienza así: ¡Qué lástima!, en la pieza de al lado hacían el amor y yo estaba solo en mi cama a oscuras. Mientras la mujer se quejaba me levanté a tientas, encontré una manzana y me puse a morderla en lo oscuro de miedo a que si encendía la luz no fuera a golpearles la mampara. “No molestar a los amantes, no brutalizar a los amantes”..., ¡excelente perspectiva!, y seguí mordiendo sin hacer caso de las semillas. Era una idea que me quedaba de la más tierna infancia, desde aquel tiempo en que había que pasar, primero sin darse vuelta y, segundo, sin sorprenderse, sea en el campo, sea en los parques de la ciudad en verano. Estaba solo: era tan cierto como que hasta recién había estado molido de cansancio. Comencé a auscultarme: envidia no era, “cada cual tiene la noche que puede”, me dije, “o, en su defecto, hay una noche para cada cual”, “o a lo mejor Dios da pan al que no tiene dientes”, aunque era evidente que no: el largo lamento seguido por la desesperación irremediable de alguien que se está quemando, interrumpido por las canillas sirvientas, me contradecían hasta el tuétano. No, no era verdad, ni yo ni nadie hubiera sido capaz de hacerlo mejor.
Novela - Arnaldo Calveyra - Libro
Autor/a: Arnaldo Calveyra
Editorial: Adriana Hidalgo
Edición: 2014
Encuadrenación: rústica
Páginas: 160
Idioma: español
ISBN: 9789871923731
Arnaldo Calveyra es fundamentalmente un poeta, pero como explicó en una entrevista, no hay límites para la creación “cuando lo que uno de veras busca es una suerte de incandescencia de la palabra que se vuelve palabra poética, palabra en un poema. Yo siempre digo en broma que llegué tarde al reparto de géneros”. He aquí una nueva, luminosa entrega del arte sin géneros de Calveyra, que lleva el nombre de Novela y uno de cuyos “capítulos” comienza así: ¡Qué lástima!, en la pieza de al lado hacían el amor y yo estaba solo en mi cama a oscuras. Mientras la mujer se quejaba me levanté a tientas, encontré una manzana y me puse a morderla en lo oscuro de miedo a que si encendía la luz no fuera a golpearles la mampara. “No molestar a los amantes, no brutalizar a los amantes”..., ¡excelente perspectiva!, y seguí mordiendo sin hacer caso de las semillas. Era una idea que me quedaba de la más tierna infancia, desde aquel tiempo en que había que pasar, primero sin darse vuelta y, segundo, sin sorprenderse, sea en el campo, sea en los parques de la ciudad en verano. Estaba solo: era tan cierto como que hasta recién había estado molido de cansancio. Comencé a auscultarme: envidia no era, “cada cual tiene la noche que puede”, me dije, “o, en su defecto, hay una noche para cada cual”, “o a lo mejor Dios da pan al que no tiene dientes”, aunque era evidente que no: el largo lamento seguido por la desesperación irremediable de alguien que se está quemando, interrumpido por las canillas sirvientas, me contradecían hasta el tuétano. No, no era verdad, ni yo ni nadie hubiera sido capaz de hacerlo mejor.