Autor/es: Hugo Biondi
Editorial: Corregidor
Edición: 2012
Encuadernación: rústica
Páginas: 142
Idioma: castellano
ISBN: 9789500520010

Cuando Sergio Palma es mencionado como una persona fuera de catálogo en el mundo del boxeo, una suerte de trébol de cuatro hojas, una avis rara y virtuosa, en lugar de sentirse halagado se incomoda. Y más: amén de incomodarse, se enoja. Incluso alguna vez lo registré bastante más que enojado: indignado. Y eso, según argumentaba el Palma veinteañero, según argumentaba el Palma cuarentón y según argumentaría el Palma de hoy, el que marcha hacia los 56 almanaques, porque repele la idea de sentirse el animalito exótico del zoo. Y porque, por añadidura, cree él, en esa elogiosa distinción subyace la descalificación a los boxeadores en general. Algo así como miren, miren, pasen y vean, un boxeador que piensa. En realidad, sabrá disculparme, en lo que a mí atañe siempre registré a Sergio como un personaje si no único al menos extraordinario. Y no porque partiera de una base de categorización moral acerca de los boxeadores. Enunciado de otra manera, jamás contemplé ni contemplo que ponderar ciertos rasgos específicos de Sergio supone desdeñar a los demás cultores del fascinante deporte a manos enguantadas. Sergio, Sergio Víctor Palma, el entrañable Negro Palma, es para mí uno de esos ajedrecistas capaces de ver unas cuantas movidas por delante del resto. Y no lo digo por hoy, en tanto es un agudo observador del boxeo. Lo digo por haber compartido con él innúmeras charlas cuando se adiestraba en cuerpo y alma para ser campeón del mundo. Ya entonces, con 22 ó 23 años, expresaba una profunda lucidez y una singular manera de pensar y pensarse. Honor a la prodigiosa memoria de Sergio y honor a Hugo Biondi por la pericia de promover un clima confesional relajado y fecundo. Deduzco que será una obra que apreciarán los devotos del boxeo, por supuesto, pero asimismo los devotos de las biografías vigorosas en esqueleto y fluidas en torrente sanguíneo. Más o menos como el propio Sergio Palma. Por si no lo he dicho hasta aquí, y no lo he dicho, ha llegado el momento, Sergio fue también un feroz baqueano de la corta distancia, un peleador electrizante y un campeón del mundo de los de sacarse el sombrero.

Con letra de campeón - Hugo Biondi - Libro

$13.60 USD
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Autor/es: Hugo Biondi
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Edición: 2012
Encuadernación: rústica
Páginas: 142
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Cuando Sergio Palma es mencionado como una persona fuera de catálogo en el mundo del boxeo, una suerte de trébol de cuatro hojas, una avis rara y virtuosa, en lugar de sentirse halagado se incomoda. Y más: amén de incomodarse, se enoja. Incluso alguna vez lo registré bastante más que enojado: indignado. Y eso, según argumentaba el Palma veinteañero, según argumentaba el Palma cuarentón y según argumentaría el Palma de hoy, el que marcha hacia los 56 almanaques, porque repele la idea de sentirse el animalito exótico del zoo. Y porque, por añadidura, cree él, en esa elogiosa distinción subyace la descalificación a los boxeadores en general. Algo así como miren, miren, pasen y vean, un boxeador que piensa. En realidad, sabrá disculparme, en lo que a mí atañe siempre registré a Sergio como un personaje si no único al menos extraordinario. Y no porque partiera de una base de categorización moral acerca de los boxeadores. Enunciado de otra manera, jamás contemplé ni contemplo que ponderar ciertos rasgos específicos de Sergio supone desdeñar a los demás cultores del fascinante deporte a manos enguantadas. Sergio, Sergio Víctor Palma, el entrañable Negro Palma, es para mí uno de esos ajedrecistas capaces de ver unas cuantas movidas por delante del resto. Y no lo digo por hoy, en tanto es un agudo observador del boxeo. Lo digo por haber compartido con él innúmeras charlas cuando se adiestraba en cuerpo y alma para ser campeón del mundo. Ya entonces, con 22 ó 23 años, expresaba una profunda lucidez y una singular manera de pensar y pensarse. Honor a la prodigiosa memoria de Sergio y honor a Hugo Biondi por la pericia de promover un clima confesional relajado y fecundo. Deduzco que será una obra que apreciarán los devotos del boxeo, por supuesto, pero asimismo los devotos de las biografías vigorosas en esqueleto y fluidas en torrente sanguíneo. Más o menos como el propio Sergio Palma. Por si no lo he dicho hasta aquí, y no lo he dicho, ha llegado el momento, Sergio fue también un feroz baqueano de la corta distancia, un peleador electrizante y un campeón del mundo de los de sacarse el sombrero.