Autor/es: Carlos Guastavino / Martín Rosso (Adaptación)
Editorial: Melos
Edición: 2019
Encuadernación: tapa blanda
Páginas: -
Idioma: castellano
ISBN: -

Las Presencias N°7 - "Rosita Iglesias"
Adaptación para contrabajo / Adapted for double bajo - Martín Rosso

Compositor y pianista, Carlos Vicente Guastavino (5-4-1912; 29-10-2000) nació y falleció en Santa Fe, ciudad capital de la homónima provincia argentina. De allí partió, con la pujanza característica de los jóvenes provincianos eclipsados por la inquietante actividad cultural y económica de Buenos Aires. Allí regresó, anciano ya, para compartir los últimos años de su existencia con su terruño y descansar definitivamente en la localidad aledaña de San José del Rincón, aquella que se evoca de manera tan intensa en la canción "Pueblito, mi pueblo".

Descendiente de inmigrantes italianos, su niñez transcurrió en el seno de una familia que, como muchas de principios del siglo XX, era aficionada a la música. Sus padres, Amadeo Eusebio y Josefina ejecutaban la guitarra y el mandolín respectivamente. Su tío Pedro improvisaba en el clarinete y su hermano mayor, José Amadeo, en el piano. Espontaneidad e intuición musical fueron las primeras experiencias lúdicas de Carlos, el tercero de aquellos seis hermanos, que apenas con cuatro años de edad, siendo discípulo de la pianista Esperanza Lothringer, debutó en el Teatro Municipal en la interpretación de una pequeña composición para dúo de violín y piano escrita por ella.

Aprehendió la música popular rural de manera espontánea, sintiéndose impactado especialmente por el cielito y el triste. Aún anciano, recordaba de memoria y con especial cariño aquellas coplas que su tío Pedro, un hombre de campo natural de la provincia de Buenos Aires, solía cantar en sus visitas a Santa Fe.

Atraído por las Ciencias Exactas desde la adolescencia, luego de finalizar el bachillerato, abordó la carrera de Ingeniería Química en la Universidad Nacional del Litoral sin abandonar, sin embargo, su actividad como concertista de piano. En 1937, tomó contacto con Héctor Ruiz Díaz, siendo clave la experiencia de trabajar a dos pianos con él para su decisión de dedicarse exclusivamente a la música. Con una beca del Ministerio de Instrucción Pública de su provincia, prosiguió estudios de perfeccionamiento en la capital argentina.

Ya establecido en Buenos Aires, luego de un paso fugaz de unos pocos meses por el Conservatorio Nacional de Música, continuó estudios en forma privada con el compositor y pedagogo Athos Palma. Con él sistematizó, en un lapso de tiempo intensamente breve, su bagaje de conocimientos empíricos previos, en especial en las disciplinas de armonía, morfología y contrapunto.

Una vida de viajes e intensas experiencias artísticas fue la que llevó durante la década de los años 40’ y 50’. Itinerarios por países limítrofes de Argentina, dos estancias en Londres –una, como parte de una gira europea que incluyó otras ciudades y otra, gracias a una beca del British Council- y además, algunos meses de gira por la Unión Soviética y China en 1956, fueron cimentando su fama de compositor-pianista destacado en el ámbito de su propio repertorio vocal de cámara y pianístico de corte nacionalista.

La posibilidad desde sus comienzos de acceder a la publicación de sus composiciones en la Editorial Ricordi no fue por cierto un tema menor: ello le abrió una vía inmensa de circulación en el ámbito internacional que permitió una vasta divulgación de su música. Su producción es extensa en el campo del repertorio de cámara y solístico: incluye piezas vocales con piano, obras corales a cappella, para grupos instrumentales, piano y guitarra. Algunas alcanzaron tanta difusión que necesitaron ser reiteradamente reeditadas (los casos de las canciones Pueblito, mi pueblo y Se equivocó la paloma y del Bailecito para piano fueron y siguen siendo los más notables en este sentido).

Reconocidos intérpretes clásicos y populares como Concepción Badía, Victoria de los Angeles, Joan Manuel Serrat, Alfredo Krauss, José Carreras, Teresa Berganza, John Williams, Mercedes Sosa, José Cura, Rudolf Firkusny, Víctor Villadangos, Marcos Fink, Eduardo Falú, Gerard Souzay, entre muchos otros, han abordado su música en conciertos y grabaciones a lo largo del siglo XX. Su discografía es muy amplia y en la actualidad continúa creciendo sin pausa. Algunas canciones han sido traducidas a otros idiomas y se escuchan en Indonesia, Japón, Australia, aparte de Europa y Estados Unidos.

Es pues Guastavino uno de los pocos exponentes del nacionalismo musical argentino que goza de un reconocimiento internacional. Así lo interpretó en 1987 la Organización de los Estados Americanos (OEA) y el Consejo Interamericano de Música (CIDEM) que lo homenajearon con la máxima distinción de ese organismo. Recibió además el "Premio Consagración Nacional" de la Secretaría de Cultura de la Nación (1992), una distinción de la "Asociación de Críticos Musicales de Argentina" (1993), el reconocimiento de la localidad bonaerense de San Pedro como "Ciudadano Ilustre" (1993) por la canción El Sanpedrino (en colaboración con León Benarós) y la declaración como "Personalidad Emérita de la Cultura Argentina" por parte de la Presidencia de la Nación (1999). Silvina Luz Mansilla

Carlos Guastavino - Las Presencias N°7 - "Rosita Iglesias" - Libro

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Encuadernación: tapa blanda
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Las Presencias N°7 - "Rosita Iglesias"
Adaptación para contrabajo / Adapted for double bajo - Martín Rosso

Compositor y pianista, Carlos Vicente Guastavino (5-4-1912; 29-10-2000) nació y falleció en Santa Fe, ciudad capital de la homónima provincia argentina. De allí partió, con la pujanza característica de los jóvenes provincianos eclipsados por la inquietante actividad cultural y económica de Buenos Aires. Allí regresó, anciano ya, para compartir los últimos años de su existencia con su terruño y descansar definitivamente en la localidad aledaña de San José del Rincón, aquella que se evoca de manera tan intensa en la canción "Pueblito, mi pueblo".

Descendiente de inmigrantes italianos, su niñez transcurrió en el seno de una familia que, como muchas de principios del siglo XX, era aficionada a la música. Sus padres, Amadeo Eusebio y Josefina ejecutaban la guitarra y el mandolín respectivamente. Su tío Pedro improvisaba en el clarinete y su hermano mayor, José Amadeo, en el piano. Espontaneidad e intuición musical fueron las primeras experiencias lúdicas de Carlos, el tercero de aquellos seis hermanos, que apenas con cuatro años de edad, siendo discípulo de la pianista Esperanza Lothringer, debutó en el Teatro Municipal en la interpretación de una pequeña composición para dúo de violín y piano escrita por ella.

Aprehendió la música popular rural de manera espontánea, sintiéndose impactado especialmente por el cielito y el triste. Aún anciano, recordaba de memoria y con especial cariño aquellas coplas que su tío Pedro, un hombre de campo natural de la provincia de Buenos Aires, solía cantar en sus visitas a Santa Fe.

Atraído por las Ciencias Exactas desde la adolescencia, luego de finalizar el bachillerato, abordó la carrera de Ingeniería Química en la Universidad Nacional del Litoral sin abandonar, sin embargo, su actividad como concertista de piano. En 1937, tomó contacto con Héctor Ruiz Díaz, siendo clave la experiencia de trabajar a dos pianos con él para su decisión de dedicarse exclusivamente a la música. Con una beca del Ministerio de Instrucción Pública de su provincia, prosiguió estudios de perfeccionamiento en la capital argentina.

Ya establecido en Buenos Aires, luego de un paso fugaz de unos pocos meses por el Conservatorio Nacional de Música, continuó estudios en forma privada con el compositor y pedagogo Athos Palma. Con él sistematizó, en un lapso de tiempo intensamente breve, su bagaje de conocimientos empíricos previos, en especial en las disciplinas de armonía, morfología y contrapunto.

Una vida de viajes e intensas experiencias artísticas fue la que llevó durante la década de los años 40’ y 50’. Itinerarios por países limítrofes de Argentina, dos estancias en Londres –una, como parte de una gira europea que incluyó otras ciudades y otra, gracias a una beca del British Council- y además, algunos meses de gira por la Unión Soviética y China en 1956, fueron cimentando su fama de compositor-pianista destacado en el ámbito de su propio repertorio vocal de cámara y pianístico de corte nacionalista.

La posibilidad desde sus comienzos de acceder a la publicación de sus composiciones en la Editorial Ricordi no fue por cierto un tema menor: ello le abrió una vía inmensa de circulación en el ámbito internacional que permitió una vasta divulgación de su música. Su producción es extensa en el campo del repertorio de cámara y solístico: incluye piezas vocales con piano, obras corales a cappella, para grupos instrumentales, piano y guitarra. Algunas alcanzaron tanta difusión que necesitaron ser reiteradamente reeditadas (los casos de las canciones Pueblito, mi pueblo y Se equivocó la paloma y del Bailecito para piano fueron y siguen siendo los más notables en este sentido).

Reconocidos intérpretes clásicos y populares como Concepción Badía, Victoria de los Angeles, Joan Manuel Serrat, Alfredo Krauss, José Carreras, Teresa Berganza, John Williams, Mercedes Sosa, José Cura, Rudolf Firkusny, Víctor Villadangos, Marcos Fink, Eduardo Falú, Gerard Souzay, entre muchos otros, han abordado su música en conciertos y grabaciones a lo largo del siglo XX. Su discografía es muy amplia y en la actualidad continúa creciendo sin pausa. Algunas canciones han sido traducidas a otros idiomas y se escuchan en Indonesia, Japón, Australia, aparte de Europa y Estados Unidos.

Es pues Guastavino uno de los pocos exponentes del nacionalismo musical argentino que goza de un reconocimiento internacional. Así lo interpretó en 1987 la Organización de los Estados Americanos (OEA) y el Consejo Interamericano de Música (CIDEM) que lo homenajearon con la máxima distinción de ese organismo. Recibió además el "Premio Consagración Nacional" de la Secretaría de Cultura de la Nación (1992), una distinción de la "Asociación de Críticos Musicales de Argentina" (1993), el reconocimiento de la localidad bonaerense de San Pedro como "Ciudadano Ilustre" (1993) por la canción El Sanpedrino (en colaboración con León Benarós) y la declaración como "Personalidad Emérita de la Cultura Argentina" por parte de la Presidencia de la Nación (1999). Silvina Luz Mansilla