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Otros
Autor/es: Enrique Symns
Editorial: El Cuenco de Plata
Edición: -
Encuadernación: rústica
Páginas: 288
Idioma: español
ISBN: 978-987-1772-29-2
«Ya he contado en El señor de los venenos cuál era el ambiente y la actividad, la forma de vida que se cultivaba en Cerdos y Peces; más que una revista se trataba de una guarida, un aguantadero, un refugio antivirus, un albergue, un laboratorio. ¿Éramos conscientes de estar haciendo algo completamente innovador en Argentina? Muy probablemente no. Cuando apareció el título, y debajo de él la brillante bajada que inventó Gabriel Levinas: «La revista de este sitio inmundo», me entrevistaron por radio y me preguntaron si consideraba que Argentina era un país inmundo. Esa actitud escandalosamente moral del entrevistador es una postura que sigue caracterizando a los medios argentinos, a los intelectuales y a los periodistas que tienden a convertir la vida nacional en una especie de santuario. Y de esa manera el panteón está lleno de próceres como Mercedes Sosa, Alberto Olmedo, Fontanarrosa, Sandro, de quienes nunca se señala la zona oscura y malvada que afortunadamente tenemos todos y que es la zona más rica y creativa. Estoy harto del ser nacional, de la argentinidad, de esa forma que tiene la clase media, en dictadura o en democracia, de persistir en sus viejas enfermedades, sus virus más antiguos, su falta de generosidad, sus formas más inexploradas de anatematizar el éxtasis.
En realidad, estoy harto de mi pasado; y si vuelvo atrás, verdaderamente atrás, a mi pasado auténtico, siempre recuerdo al niño que fui, la ingenuidad ignorante y peligrosa en la que consistió mi vida, mis relaciones amorosas, mi intervención en la revista en la que exploré caminos desconocidos con la osadía de un niño, jugando con un barco de papel.» E.S.
Cerdos y peces. Lo mejor - Enrique Symns - Libro
Autor/es: Enrique Symns
Editorial: El Cuenco de Plata
Edición: -
Encuadernación: rústica
Páginas: 288
Idioma: español
ISBN: 978-987-1772-29-2
«Ya he contado en El señor de los venenos cuál era el ambiente y la actividad, la forma de vida que se cultivaba en Cerdos y Peces; más que una revista se trataba de una guarida, un aguantadero, un refugio antivirus, un albergue, un laboratorio. ¿Éramos conscientes de estar haciendo algo completamente innovador en Argentina? Muy probablemente no. Cuando apareció el título, y debajo de él la brillante bajada que inventó Gabriel Levinas: «La revista de este sitio inmundo», me entrevistaron por radio y me preguntaron si consideraba que Argentina era un país inmundo. Esa actitud escandalosamente moral del entrevistador es una postura que sigue caracterizando a los medios argentinos, a los intelectuales y a los periodistas que tienden a convertir la vida nacional en una especie de santuario. Y de esa manera el panteón está lleno de próceres como Mercedes Sosa, Alberto Olmedo, Fontanarrosa, Sandro, de quienes nunca se señala la zona oscura y malvada que afortunadamente tenemos todos y que es la zona más rica y creativa. Estoy harto del ser nacional, de la argentinidad, de esa forma que tiene la clase media, en dictadura o en democracia, de persistir en sus viejas enfermedades, sus virus más antiguos, su falta de generosidad, sus formas más inexploradas de anatematizar el éxtasis.
En realidad, estoy harto de mi pasado; y si vuelvo atrás, verdaderamente atrás, a mi pasado auténtico, siempre recuerdo al niño que fui, la ingenuidad ignorante y peligrosa en la que consistió mi vida, mis relaciones amorosas, mi intervención en la revista en la que exploré caminos desconocidos con la osadía de un niño, jugando con un barco de papel.» E.S.