Andrea Chénier - Ópera en 4 Actos
Compositor: Umberto Giordano (1867 - 1948)
Libreto: Luigi Illica, basado en la vida del poeta francés André Chénier (1762-1794)
Obra escrita en 1896

ARGUMENTO
Acto I
Estamos en los prolegómenos de la Revolución Francesa. Gérard, sirviente de la Condesa de Coigny, colabora con otros miembros a la hora de arreglar la sala donde, en unas horas, habrá una fiesta de la nobleza. El joven se muestra tajante con respecto a los invitados. Observamos su cariz revolucionario en ese primera aria “Son sessant’anni,o vecchio” en el que empezaremos a notar una estructura del aria “in crescendo” que usará Giordano en toda la ópera; así, llegamos a ese grito exaltado en el que manifiesta su odio a la nobleza “T’odio, casa dorata, immagin sei d’un mondo incipriato e vano”-Te odio casa dorada, imagen eres de un mundo empolvado y vano- que es todo un alegato desde el principio hasta ese E l’ora della morte!!!. Tras un breve diálogo, observamos a Bersi, otra sirviente, junto a Maddalena, hija de la condesa en el que vemos un poco el carácter caprichoso y delicado de ella.

Ha llegado el momento de recibir a los invitados, entre los cuales se encuentra el poeta Andrea Chénier. La fiesta ha empezado con las típicas conversaciones acerca de la situación insostenible del país hasta que un grupo de pastorcillos irrumpe con su toque gentil. Cuando acaba la representación pastoral, la condesa le pide a Chénier, que se ha mostrado taciturno durante la fiesta, que recite algo (la vostra musa tace?- ¿vuestra musa está callada?). Maddalena, que ha observado la conservación, mediante una invocación intenta que recite una “égloga o poesía para monja o esposa” a lo que él rechaza el ruego insistiendo que no, que “la fantasía no atiende a ruegos”. Maddalena y sus amigas, riéndose, hablan con la condesa poniendo en duda el “arte” de Chénier…frente a él mismo, que se muestra dolido ante semejante burla. Aquí surge el segundo gran momento de la ópera, logrando gran fama popular: “Un dì all’azzurro spazio” donde el tenor expone sus sentimientos y que culmina con ese maravilloso “Amor, divino dono, non lo schernir del mondo anima e vita è amor!” que es admirable. La fiesta continúa una vez que Maddalena y Chénier han salido de la escena pero, no así con Gérard, que irrumpe con un grupo de hambrientos y desarrapados. La condesa echa a Gérard de la casa junto al resto de pobres que han estropeado la fiesta.

Acto II
Han pasado cinco años desde que acabó la historia del primer acto y la revolución francesa ha mutado en un período terrible que se manifiesta en una conversación entre l’Incredibile y Bersi; cuando ésta última le pregunta si Robespierre instruye espías (“Ê ver che Robespierre allieve spie?”) ,el otro le responde cínicamente que no se llaman espías sino “observadores del espíritu público ( “osservatori dello spírito púbblico”); la respuesta de Bersi es convincente a pregunta de l’Incredibile sobre si teme algo: el aria “Temer? Perchè? Perchè temer dovrò?” es una demostración de confianza ciega a la Revolución, cargada de ímpetu. En otra mesa del local está Roucher, amigo de Chénier, dispuesto a ayudarle para salir de Francia ya que las cosas se han puesto mal para al poeta al quejarse de los abusos de la Revolución y, por ello, está amenazado. La conversación nos hace fácil el reencuentro con ese Chénier del primer acto, especialmente en “Credi al destino?… Io credo!…” para luego llegar a un punto más melódico y brillante a continuación con el “Io non ho amato ancor” donde revela, además de las ansias de ser amado, que recibe unas cartas extrañas escritas por una mujer y su interés por saber quién es. Su amigo lee una carta y le confirma que es una carta de una mujer maravillosa en “Questo gentil biglietto” pero le sigue instando a aceptar el pasaporte, recordándole que es una mujer de la nobleza. Chénier se desespera y decide partir olvidando ese “bel sogno” . Mientras tanto, cerca de ahí, se aglomera la gente con Gérard al frente. La escena es sobresaliente (“Viva Robespierre,evviva!) y con un desarrollo separado hasta unirse al final. Por una parte, Gérard insta a l’Incredibile para que busque a una mujer describiéndola de forma excepcional al par de la música; por la otra, Roucher y Chénier siguen observando de forma apartada, esperando conocer a la desconocida…que es la misma que, por cierto, busca Gérard. Es uno de los grandes momentos de este segundo acto. Bersi, espiada por l’Incredibile, le pide a Chénier que espere a una mujer amenazada, a lo que Roucher le comenta que puede ser una trampa; el poeta decide esperarla, deseando que sea aquella que le escribía esas extrañas cartas.

Se ha dispersado el grupo y la escena queda sola hasta la llegada de Maddalena. El poeta ignora quién es la desconocida pero se dirige hacia ella. Ella le revela quién es con esa melodía conocida para él en el primer acto. En efecto, la joven que, cinco años antes, se burlaba de él en una fiesta, le pedía ayuda. Estamos en el primero de los dos dúos que sostendrán ambos personajes. En este primero, el aria de ella “Eravate possente” siguiendo el estilo establecido por Giordano, alcanza su momento cumbre en ese final “Son sola e minacciata! Son sola al mondo! Ed ho paura!” en el que revela su sufrimiento y cómo pensaba en el buen hombre que la defendería, aún después de haberle ofendido en su momento. Después de este aria, Chénier sigue la conversación de forma acogedora; aunque es corta, es extremadamente sensible con ese “apocalíptico” “fino alla morte,insieme!” que recuerda amargamente a ese dúo final de la ópera. La llegada de Gérard interrumpe esta escena con intención de arrebatar a Maddalena. El poeta ruega a su amigo Roucher que la salve mientras que él se queda luchando con Gérard, que desconoce quien es aquel que estaba combatiendo con él hasta que cae herido; reconoce, al final, a Chénier y le pide que salve a Maddalena, que huya porque ya está condenado por Fouquier-Tinville. La gente exaltada, que ha visto a Gérard herido en el suelo, le pregunta quién le ha herido, a lo que él afirma que no sabe mientras Mathieu acusa a los Girondinos.

Acto III
La escena se desarrolla en el Tribunal revolucionario donde Mathieu se dispone a motivar al pueblo para que aporten dinero e hijos para el ejercito ya que, como él dice, la patria está en peligro por aquellos que están contra la revolución (“Dumoriez, traditore e giacobino”). La llegada de un reestablecido Gérard exalta más al pueblo a base de palabrería cargada de emotividad hacia la patria (“Lacrime e sangue dà la Francia”), que consigue que el pueblo aporte sus pertenencias y una mujer entregue a su nieto para que entre en el ejército.

Una vez se ha dispersado el tribunal, l’Incredibile se acerca a Gérard y le comunica que Chénier está detenido y que lo utilizará como cebo para que Maddalena llegue hasta él (“Donnina innamorata”…”mujercita enamorada”).Cuando el espía le pide que se acuse al poeta para ser juzgado ante Fouquier -Tinville, Gérard duda pero ,al final , empieza a cavilar. En este punto, se llega a uno de los fragmentos más importantes y reconocidos de esta ópera como es el aria “Nemico de la patria?” donde siente que su celo revolucionario se nutre de celos y apasionamiento cuando antes lo era por sus ideales . Firma el acta de acusación y el espía se aleja. En ese momento llega Maddalena y se inicia un dúo en el que Gérard recuerda, como en el pasado, estaba enamorado de ella desde que era pequeña (él era sirviente en la casa de su madre) en un emotivo “Io t’ho voluto allor che tu piccina” que va degenerando hasta llegar a una situación en la que ella ofrece su cuerpo para salvar a Chénier de una muerte segura; la exclamación de él se queda reducida a la nada ante el relato de Maddalena “La mamma morta” donde se observa una primera parte narrativa con un tono abatido -la muerte de su madre, el incendio de su casa y su soledad junto a Bersi- y una segunda conmovedora que alcanza brillantes momentos, destacando ese final- “Ah,io son l’amore, io son l’amore,l’amore!”- uno de los grandes arias para soprano. Sus palabras finales cambian el tono amenazador de Gérard, que siente que ha cometido una gran injusticia y que está dispuesto a tratar de salvarlo ya que es difícil librarlo de las garras del tribunal

Se abre la sala de tribunal para realizar el juicio a los acusados y se observa una aglomeración de gente que acude a verlos. Con el silenzio! de Mathieu empieza el juicio mediante el llamamiento de los acusados, uno a uno; cuando llega a Chénier, Fouquier- Tinville expresa los cargos contra el poeta que expresó Gérard al principio de su “nemico de la patria?” a lo que Chénier, indignado, interrumpe al juez y se defiende valientemente (“Sí,fui soldato” ) llegando a momentos de exaltación. Cuando el juez pide testimonios, aparece Gérard confesando la falsa acusación pero aquel sigue aceptando la acusación como válida, provocando la rabia contra el magistrado por parte del antiguo sirviente (“Qui la giustizia ha nome Tirannia”) mientras que el pueblo asistente al juez observa atónito la situación. La escena es inquietante con un Gérard, fuera de sí, reclamando justicia a favor de Chénier pero poniéndose en contra al juez y al pueblo (“Odila, o popolo, là è la patria”). Sin embargo, la sentencia fue la esperada: muerte al poeta y desesperación de Maddalena, que asistía al juicio oculta (“Andrea,Andrea,rivederlo!”)

Acto IV
En el calabozo están Chénier y Roucher, su amigo que está de visita. El poeta ha terminado de escribir unas líneas y las lee. Es un aria que no goza de la popularidad de su primera gran aparición pero también es de gran belleza con momentos como el final “Sia! Strofe,ultima dea”. Se despiden ambos amigos porque la ejecución es próxima pero aún queda una sorpresa: Gérard lleva a Maddalena ante el poeta sobornando, previamente, al carcelero Schmidt para que ella ocupe el puesto de una condenada. Chénier queda sorprendido ante la visita de ella mientras que Gérard elogia el modo de amar, el modo de desear morir ante su amado poeta con un ahogado “O Maddalena,tu fai della morte,la più invidiata sorte!”- O, Maddalena ,haces de la muerte la más envidiada suerte- . El reencuentro es sobrecogedor con ese dúo dividido en dos partes; en la primera parte, el poeta desconoce el sacrificio de ella y la habla como si fuera su último encuentro hasta que ella le dice que está para morir con él; en la segunda parte, ellos están contentos con su final puesto que lo compartirán juntos (“La nostra morte è triomfo de l’amor!”) en un tono que va conforme al estado de ánimo de los dos y que se resume en ese final “Viva la morte…insiem!”, expresado por ambos, cuando el carcelero nombra a los condenados. Baja el telón mientras ellos salen del calabozo, camino de la guillotina.

Orchestra of the Royal Opera House
Antonio Pappano dirección

David McVicar director de escena

Jonas Kaufmann tenor (Andrea Chénier)
Zeljko Lucic barítono (Carlo Gérard)
Eva-Maria Westbroek soprano (Maddalena di Coigny)
Rosalind Plowright mezzo-soprano (La Contessa di Coigny)
Elena Zilio mezzo-soprano (Madelon)
Peter Coleman-Wright barítono (Fléville)
Carlo Bosi tenor (Un incredibile)

Royal  Opera Corus
Renato Balsadonna maestro de coro

Extensión de la grabación: 123 minutos - 15 minutos Bonus
Subtítulos: español, francés, alemán, inglés, italiano

Fecha de edición: 2016

Andrea Chénier - Jonas Kaufmann / Eva- María Westbroek ( 2 DVD )

$145.89 USD
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Andrea Chénier - Ópera en 4 Actos
Compositor: Umberto Giordano (1867 - 1948)
Libreto: Luigi Illica, basado en la vida del poeta francés André Chénier (1762-1794)
Obra escrita en 1896

ARGUMENTO
Acto I
Estamos en los prolegómenos de la Revolución Francesa. Gérard, sirviente de la Condesa de Coigny, colabora con otros miembros a la hora de arreglar la sala donde, en unas horas, habrá una fiesta de la nobleza. El joven se muestra tajante con respecto a los invitados. Observamos su cariz revolucionario en ese primera aria “Son sessant’anni,o vecchio” en el que empezaremos a notar una estructura del aria “in crescendo” que usará Giordano en toda la ópera; así, llegamos a ese grito exaltado en el que manifiesta su odio a la nobleza “T’odio, casa dorata, immagin sei d’un mondo incipriato e vano”-Te odio casa dorada, imagen eres de un mundo empolvado y vano- que es todo un alegato desde el principio hasta ese E l’ora della morte!!!. Tras un breve diálogo, observamos a Bersi, otra sirviente, junto a Maddalena, hija de la condesa en el que vemos un poco el carácter caprichoso y delicado de ella.

Ha llegado el momento de recibir a los invitados, entre los cuales se encuentra el poeta Andrea Chénier. La fiesta ha empezado con las típicas conversaciones acerca de la situación insostenible del país hasta que un grupo de pastorcillos irrumpe con su toque gentil. Cuando acaba la representación pastoral, la condesa le pide a Chénier, que se ha mostrado taciturno durante la fiesta, que recite algo (la vostra musa tace?- ¿vuestra musa está callada?). Maddalena, que ha observado la conservación, mediante una invocación intenta que recite una “égloga o poesía para monja o esposa” a lo que él rechaza el ruego insistiendo que no, que “la fantasía no atiende a ruegos”. Maddalena y sus amigas, riéndose, hablan con la condesa poniendo en duda el “arte” de Chénier…frente a él mismo, que se muestra dolido ante semejante burla. Aquí surge el segundo gran momento de la ópera, logrando gran fama popular: “Un dì all’azzurro spazio” donde el tenor expone sus sentimientos y que culmina con ese maravilloso “Amor, divino dono, non lo schernir del mondo anima e vita è amor!” que es admirable. La fiesta continúa una vez que Maddalena y Chénier han salido de la escena pero, no así con Gérard, que irrumpe con un grupo de hambrientos y desarrapados. La condesa echa a Gérard de la casa junto al resto de pobres que han estropeado la fiesta.

Acto II
Han pasado cinco años desde que acabó la historia del primer acto y la revolución francesa ha mutado en un período terrible que se manifiesta en una conversación entre l’Incredibile y Bersi; cuando ésta última le pregunta si Robespierre instruye espías (“Ê ver che Robespierre allieve spie?”) ,el otro le responde cínicamente que no se llaman espías sino “observadores del espíritu público ( “osservatori dello spírito púbblico”); la respuesta de Bersi es convincente a pregunta de l’Incredibile sobre si teme algo: el aria “Temer? Perchè? Perchè temer dovrò?” es una demostración de confianza ciega a la Revolución, cargada de ímpetu. En otra mesa del local está Roucher, amigo de Chénier, dispuesto a ayudarle para salir de Francia ya que las cosas se han puesto mal para al poeta al quejarse de los abusos de la Revolución y, por ello, está amenazado. La conversación nos hace fácil el reencuentro con ese Chénier del primer acto, especialmente en “Credi al destino?… Io credo!…” para luego llegar a un punto más melódico y brillante a continuación con el “Io non ho amato ancor” donde revela, además de las ansias de ser amado, que recibe unas cartas extrañas escritas por una mujer y su interés por saber quién es. Su amigo lee una carta y le confirma que es una carta de una mujer maravillosa en “Questo gentil biglietto” pero le sigue instando a aceptar el pasaporte, recordándole que es una mujer de la nobleza. Chénier se desespera y decide partir olvidando ese “bel sogno” . Mientras tanto, cerca de ahí, se aglomera la gente con Gérard al frente. La escena es sobresaliente (“Viva Robespierre,evviva!) y con un desarrollo separado hasta unirse al final. Por una parte, Gérard insta a l’Incredibile para que busque a una mujer describiéndola de forma excepcional al par de la música; por la otra, Roucher y Chénier siguen observando de forma apartada, esperando conocer a la desconocida…que es la misma que, por cierto, busca Gérard. Es uno de los grandes momentos de este segundo acto. Bersi, espiada por l’Incredibile, le pide a Chénier que espere a una mujer amenazada, a lo que Roucher le comenta que puede ser una trampa; el poeta decide esperarla, deseando que sea aquella que le escribía esas extrañas cartas.

Se ha dispersado el grupo y la escena queda sola hasta la llegada de Maddalena. El poeta ignora quién es la desconocida pero se dirige hacia ella. Ella le revela quién es con esa melodía conocida para él en el primer acto. En efecto, la joven que, cinco años antes, se burlaba de él en una fiesta, le pedía ayuda. Estamos en el primero de los dos dúos que sostendrán ambos personajes. En este primero, el aria de ella “Eravate possente” siguiendo el estilo establecido por Giordano, alcanza su momento cumbre en ese final “Son sola e minacciata! Son sola al mondo! Ed ho paura!” en el que revela su sufrimiento y cómo pensaba en el buen hombre que la defendería, aún después de haberle ofendido en su momento. Después de este aria, Chénier sigue la conversación de forma acogedora; aunque es corta, es extremadamente sensible con ese “apocalíptico” “fino alla morte,insieme!” que recuerda amargamente a ese dúo final de la ópera. La llegada de Gérard interrumpe esta escena con intención de arrebatar a Maddalena. El poeta ruega a su amigo Roucher que la salve mientras que él se queda luchando con Gérard, que desconoce quien es aquel que estaba combatiendo con él hasta que cae herido; reconoce, al final, a Chénier y le pide que salve a Maddalena, que huya porque ya está condenado por Fouquier-Tinville. La gente exaltada, que ha visto a Gérard herido en el suelo, le pregunta quién le ha herido, a lo que él afirma que no sabe mientras Mathieu acusa a los Girondinos.

Acto III
La escena se desarrolla en el Tribunal revolucionario donde Mathieu se dispone a motivar al pueblo para que aporten dinero e hijos para el ejercito ya que, como él dice, la patria está en peligro por aquellos que están contra la revolución (“Dumoriez, traditore e giacobino”). La llegada de un reestablecido Gérard exalta más al pueblo a base de palabrería cargada de emotividad hacia la patria (“Lacrime e sangue dà la Francia”), que consigue que el pueblo aporte sus pertenencias y una mujer entregue a su nieto para que entre en el ejército.

Una vez se ha dispersado el tribunal, l’Incredibile se acerca a Gérard y le comunica que Chénier está detenido y que lo utilizará como cebo para que Maddalena llegue hasta él (“Donnina innamorata”…”mujercita enamorada”).Cuando el espía le pide que se acuse al poeta para ser juzgado ante Fouquier -Tinville, Gérard duda pero ,al final , empieza a cavilar. En este punto, se llega a uno de los fragmentos más importantes y reconocidos de esta ópera como es el aria “Nemico de la patria?” donde siente que su celo revolucionario se nutre de celos y apasionamiento cuando antes lo era por sus ideales . Firma el acta de acusación y el espía se aleja. En ese momento llega Maddalena y se inicia un dúo en el que Gérard recuerda, como en el pasado, estaba enamorado de ella desde que era pequeña (él era sirviente en la casa de su madre) en un emotivo “Io t’ho voluto allor che tu piccina” que va degenerando hasta llegar a una situación en la que ella ofrece su cuerpo para salvar a Chénier de una muerte segura; la exclamación de él se queda reducida a la nada ante el relato de Maddalena “La mamma morta” donde se observa una primera parte narrativa con un tono abatido -la muerte de su madre, el incendio de su casa y su soledad junto a Bersi- y una segunda conmovedora que alcanza brillantes momentos, destacando ese final- “Ah,io son l’amore, io son l’amore,l’amore!”- uno de los grandes arias para soprano. Sus palabras finales cambian el tono amenazador de Gérard, que siente que ha cometido una gran injusticia y que está dispuesto a tratar de salvarlo ya que es difícil librarlo de las garras del tribunal

Se abre la sala de tribunal para realizar el juicio a los acusados y se observa una aglomeración de gente que acude a verlos. Con el silenzio! de Mathieu empieza el juicio mediante el llamamiento de los acusados, uno a uno; cuando llega a Chénier, Fouquier- Tinville expresa los cargos contra el poeta que expresó Gérard al principio de su “nemico de la patria?” a lo que Chénier, indignado, interrumpe al juez y se defiende valientemente (“Sí,fui soldato” ) llegando a momentos de exaltación. Cuando el juez pide testimonios, aparece Gérard confesando la falsa acusación pero aquel sigue aceptando la acusación como válida, provocando la rabia contra el magistrado por parte del antiguo sirviente (“Qui la giustizia ha nome Tirannia”) mientras que el pueblo asistente al juez observa atónito la situación. La escena es inquietante con un Gérard, fuera de sí, reclamando justicia a favor de Chénier pero poniéndose en contra al juez y al pueblo (“Odila, o popolo, là è la patria”). Sin embargo, la sentencia fue la esperada: muerte al poeta y desesperación de Maddalena, que asistía al juicio oculta (“Andrea,Andrea,rivederlo!”)

Acto IV
En el calabozo están Chénier y Roucher, su amigo que está de visita. El poeta ha terminado de escribir unas líneas y las lee. Es un aria que no goza de la popularidad de su primera gran aparición pero también es de gran belleza con momentos como el final “Sia! Strofe,ultima dea”. Se despiden ambos amigos porque la ejecución es próxima pero aún queda una sorpresa: Gérard lleva a Maddalena ante el poeta sobornando, previamente, al carcelero Schmidt para que ella ocupe el puesto de una condenada. Chénier queda sorprendido ante la visita de ella mientras que Gérard elogia el modo de amar, el modo de desear morir ante su amado poeta con un ahogado “O Maddalena,tu fai della morte,la più invidiata sorte!”- O, Maddalena ,haces de la muerte la más envidiada suerte- . El reencuentro es sobrecogedor con ese dúo dividido en dos partes; en la primera parte, el poeta desconoce el sacrificio de ella y la habla como si fuera su último encuentro hasta que ella le dice que está para morir con él; en la segunda parte, ellos están contentos con su final puesto que lo compartirán juntos (“La nostra morte è triomfo de l’amor!”) en un tono que va conforme al estado de ánimo de los dos y que se resume en ese final “Viva la morte…insiem!”, expresado por ambos, cuando el carcelero nombra a los condenados. Baja el telón mientras ellos salen del calabozo, camino de la guillotina.

Orchestra of the Royal Opera House
Antonio Pappano dirección

David McVicar director de escena

Jonas Kaufmann tenor (Andrea Chénier)
Zeljko Lucic barítono (Carlo Gérard)
Eva-Maria Westbroek soprano (Maddalena di Coigny)
Rosalind Plowright mezzo-soprano (La Contessa di Coigny)
Elena Zilio mezzo-soprano (Madelon)
Peter Coleman-Wright barítono (Fléville)
Carlo Bosi tenor (Un incredibile)

Royal  Opera Corus
Renato Balsadonna maestro de coro

Extensión de la grabación: 123 minutos - 15 minutos Bonus
Subtítulos: español, francés, alemán, inglés, italiano

Fecha de edición: 2016