Autor/es: Gustave Flaubert / Aurora Bernardez (Traductora)
Editorial: El cuenco de plata
Edición: -
Encuadernación: rústica
Páginas: 320
Idioma: español
ISBN: 978-987-3743-62-7

“Las negligencias o desdenes o libertades del último Flaubert han desconcertado a los críticos; yo creo ver en ellas un símbolo.
El hombre que con Madame Bovary forjó la novela realista fue también el primero en romperla. Chesterton, apenas ayer, escribía: ‘La novela bien puede morir con nosotros’.
El instinto de Flaubert presintió esa muerte, que ya está aconteciendo –¿no es el Ulises, con sus planos y horarios y precisiones, la espléndida agonía de un género?–, y en el quinto capítulo de la obra condenó las novelas ‘estadísticas o etnográficas’ de Balzac y, por extensión, las de Zola. Por eso, el tiempo de Bouvard et Pécuchet se inclina a la eternidad; por eso, los protagonistas no mueren y seguirán copiando, cerca de Caen, su anacrónico Sottisier, tan ignorantes de 1914 como de 1870: por eso, la obra mira, hacia atrás, a las parábolas de Voltaire y de Swift y de los orientales y, hacia adelante, a las de Kafka. Hay, tal vez, otra clave. Para escarnecer los anhelos de la humanidad, Swift los atribuyó a pigmeos o a simios; Flaubert, a dos sujetos grotescos. Evidentemente, si la historia universal es la historia de Bouvard y de Pécuchet, todo lo que la integra es ridículo y deleznable.” J. L. B.

Bouvard y Pécuchet - Gustave Flaubert (Prólogo de Jorge Luis Borges) - Libro

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Autor/es: Gustave Flaubert / Aurora Bernardez (Traductora)
Editorial: El cuenco de plata
Edición: -
Encuadernación: rústica
Páginas: 320
Idioma: español
ISBN: 978-987-3743-62-7

“Las negligencias o desdenes o libertades del último Flaubert han desconcertado a los críticos; yo creo ver en ellas un símbolo.
El hombre que con Madame Bovary forjó la novela realista fue también el primero en romperla. Chesterton, apenas ayer, escribía: ‘La novela bien puede morir con nosotros’.
El instinto de Flaubert presintió esa muerte, que ya está aconteciendo –¿no es el Ulises, con sus planos y horarios y precisiones, la espléndida agonía de un género?–, y en el quinto capítulo de la obra condenó las novelas ‘estadísticas o etnográficas’ de Balzac y, por extensión, las de Zola. Por eso, el tiempo de Bouvard et Pécuchet se inclina a la eternidad; por eso, los protagonistas no mueren y seguirán copiando, cerca de Caen, su anacrónico Sottisier, tan ignorantes de 1914 como de 1870: por eso, la obra mira, hacia atrás, a las parábolas de Voltaire y de Swift y de los orientales y, hacia adelante, a las de Kafka. Hay, tal vez, otra clave. Para escarnecer los anhelos de la humanidad, Swift los atribuyó a pigmeos o a simios; Flaubert, a dos sujetos grotescos. Evidentemente, si la historia universal es la historia de Bouvard y de Pécuchet, todo lo que la integra es ridículo y deleznable.” J. L. B.